por Luis Eduardo Meglioli
En estas poco mas de cuatro décadas de democracia en Argentina, varias veces se ha vinculado a Juan Domingo Perón con el nazi-fascismo, y a exactamente 40 años del nacimiento de un medio como LAS NOTICIAS bajo la dirección del avezado, intenso, implacable y eterno RICARDO AZOCAR, vale la pena abordar el tema tantas veces tocado de oído desde la distancia y en ocasiones con la ligereza propia del adversario. Situarse en el momento histórico del ascenso profesional y la conquista del poder por parte del fundador del partido Justicialista y ex presidente explica dudas, y después de más de medio siglo, investigadores tanto de Italia como de Alemania y España han echado luz para bien y para mal sobre el asunto.
Este columnista asistió en Berlín, a mediados del 2000, a un seminario para periodistas extranjeros: “Alemania del Siglo XX al XXI”, organizado por el Gobierno Federal, en el que no se privó de auscultar sobre el recuerdo de Perón en este floreciente país, donde poco tiempo antes había caído definitivamente el Muro de Berlín. Se recordó entonces el anhelo hitleriano de crear una vasta y próspera colonia alemana en el Sur americano que denominarían “Deutsche Sudamerika”, especialmente en territorios de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, la tercera parte meridional de Bolivia perteneciente a la cuenca del Río de la Plata y el área meridional de Brasil, “en todas las regiones donde reina la cultura alemana de inmigración”. Pero no todo había nacido de mentes nazis, pues ya en 1904 se le aconsejó al Kaiser alemán “llevar por la dulzura o por la fuerza” a las repúblicas como Argentina o Brasil a “oír palabras significativas” de acuerdo “a las miras de nuestro gobierno”.
Sin embargo, ningún alemán consideró nunca al entonces coronel Perón como “un aliado” de Hitler ni, ya convertido en presidente argentino (1946-1955), como un “protector” de los nazis prófugos. A pesar de todo, nadie duda de que los 2 años que pasó el joven teniente coronel en la Europa nazi-fascista dejarían huellas en su formación militar futura. Sin embargo, tras aquel viaje Perón actuó con esmerada cautela. Precisamente, entre el 17 de febrero de 1939 y el 8 de enero de 1941 cumple su tercera comisión de carácter internacional de perfeccionamiento y marcha al Viejo Continente, comenzando por la Italia de Mussolini y llegando también a la Alemania nazi, la España de Franco, Francia, Hungría y Albania.
Ocupa diversos y prolongados destinos en regimientos italianos y es testigo del ingreso de Italia en la Segunda Guerra Mundial, participando en la histórica jornada en la que una multitud en la plaza Venecia vitorea al jefe del fascismo. Pero al parecer aquellos paisajes no habrían de calar hondo en Perón. Por otra parte, el propio ex presidente solía calificar al fascismo europeo como una combinación exagerada de idealismo y colectivismo que excluía el individualismo y un sano materialismo.
Y curiosamente, haciendo un balance de su viaje, el propio Perón llegó a la conclusión de que la principal de las batallas por librar en el camino de la soberanía de la Argentina aún no había comenzado: la lucha por la independencia económica. Y al pasar al tema de la política exterior aparece muy cauto y sin deseos de alinearse con nadie, pensando en el concepto de autodeterminación, es decir, lo que más convenga al país. Por otro lado, ante el entonces Papa Pío XI, a quien visita con miembros de las misiones militares, se muestra “siervo del Señor” y posteriormente vuelve antes de su partida para recibir la bendición papal como simple peregrino. Viaja a la Francia ocupada y no ocupada, así como a la Alemania bajo Hitler. Después llega a Madrid, donde descubren aún huellas de la reciente guerra civil. Ya en la presidencia es cuando Perón entabla por primera vez contacto directo con el “generalísimo” Francisco Franco. Lo hace por la conveniencia del momento que lo lleva a afirmar su no alineación. Por eso Franco, desde su natural frialdad y profunda equidistancia de todo cuanto lo rodeaba, se sintió siempre “eternamente agradecido” a Perón y así, cuando éste cayó en desgracia, le ofreció asilo pero… a cambio de mantener “su boca cerrada”.
A tal punto que Franco jamás recibió a Perón en sus años de exilio. La única vez que se vieron fue con motivo de la visita a Madrid del recientemente asumido presidente argentino Héctor J. Cámpora quien viajó “a traer” a Perón definitivamente a su país y el dictador español recibió a ambos en el Palacio de El Pardo. Por otra parte, la consideración de Argentina como refugio nazi, aunque exagerada, está justificada por la importante cantidad de ex oficiales de Hitler que obtuvieron un lugar bajo el sol argentino sin temor a persecución alguna, sobre todo en la Patagonia.
Pero según pudo saber este periodista durante su vida laboral en Madrid, el viejo general reveló a sus íntimos, en la desaparecida Quinta “17 de Octubre”, que aceptó en Argentina tamaños personajes porque no eran sino inmigrantes con dinero que venían a poblar Argentina, mas aun teniendo en cuenta que el célebre juicio de Nüremberg había finalizado, precisamente en 1946, año en que ganó sus primeras elecciones generales. Y además, en sus largas conversaciones en aquella residencia madrileña de Puerta de Hierro, varias veces confió que nunca sintió admiración por Hitler, Mussolini ni Franco. “Si hubiera sido así, no me hubieran podido echar en 1955…”