El Gobierno busca mayor competencia de precios y, en consecuencia, a una caída en la inflación. Aunque la apertura de las importaciones no lo garantiza y, además, perjudica a las pymes.
El Gobierno nacional anunció la semana pasada la apertura de importaciones de los productos de la canasta básica tras los fuertes aumentos de los alimentos, en un contexto de muy alta inflación. Esto podría generar en breve un revival a los ’90, cuando había muchos productos extranjeros en las góndolas, por ejemplo, gaseosas de guaraná, golosinas como Garotos, o el ingreso de marcas que tienen demanda, como la yerba uruguaya Canarias.
La idea de la Secretaría de Comercio, que conduce Pablo Lavigne, es avanzar con el ingreso de productos alimenticios, bebidas, productos de limpieza y cuidado e higiene personal. Incluso, a algunos se les aplicarán descuentos de impuestos para darles competitividad y el Banco Central (BCRA) reducirá el esquema de pago de importaciones de estos artículos.
La importación de alimentos en Argentina es insignificante: en enero representó apenas el 2,3% del total, unos u$s110 millones entre alimentos procesados y los no elaborados. En el primer mes del año, el ingreso de alimentos básicos para el hogar fue por u$s34 millones, con una baja del 33% interanual y el de elaborados fue de u$s75 millones, con una retracción del 5%, según la medición del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Apertura de importaciones: el programa del Gobierno
Los funcionarios de la cartera de Comercio y las industrias que integran la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) se reunieron la semana pasada y su titular, Daniel Funes de Rioja, le reclamó a Lavigne por la modalidad elegida por el Gobierno para facilitar el ingreso de productos de consumo masivo, que es la de autorizar el pago de las importaciones a 30 días (frente al esquema actual de pago en 4 cuotas a los 30, 60, 90 y 120 días).
Entre los productos que se van a poder importar figuran desde carnes, pescados, lácteos, infusiones como yerba mate, frutas, nueces, dátiles, harina, semillas de trigo, cacao, maíz, preparaciones alimenticias como pastas, salsas y panificados, bebidas sin alcohol y cervezas.
Además, el Gobierno definió suspender, por el plazo de 120 días, el cobro de la percepción de IVA adicional e impuesto a las ganancias a las importaciones de estos productos y de los medicamentos. “Esta medida alentará la importación de productos de la canasta básica cuyo precio en el mercado local sea superior al precio internacional, lo que contribuirá a una mayor competencia y, en consecuencia, a una caída en la inflación y en el nivel de precio de estos productos”, señalaron desde la cartera.
La verdad es que las grandes empresas de alimentos en Argentina subieron los precios especulando con un dólar de $1.500 para el presente, algo que nunca ocurrió. Pero, tampoco retrotrajeron los valores a un tipo de cambio financiero de hoy en torno a $1.080.
Una fuente empresaria señaló a Ámbito que Argentina “no tiene cerrada la importación” de alimentos, ya que para ello se debe tener la aprobación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y la mercadería tiene que cumplir con todos los requisitos, hasta los octógonos negros que obliga la ley.
Las importaciones actualmente tienen un 12,5% de arancel de importación si no pertenecen al Mercosur, más 3% de tasa de estadística, 21% de IVA y 20% adicional, 6% de retenciones del Impuesto a las Ganancias y un 3% de Ingresos Brutos.
Las que lleguen de Uruguay, Brasil, Paraguay o de algún país con el que este bloque económico tenga tratado de comercio ingresaran sin aranceles o con reducción de los mismos.
Apertura de importaciones: qué piensan los economistas y empresas
En la actualidad, los productos de los países vecinos no son competitivos, señaló a Ámbito el economista y especialista en comercio exterior, Miguel Ponce. “Seguramente si le bajan los impuestos, podría estar en valores competitivos”, añadió.
En ese sentido, Ponce consideró que esta no es una medida para “parar la inflación”, sino que el Gobierno lo que hace es colocar “precios competitivos”. Sin embargo, no garantiza que haya un freno real a la suba de precios.
“Tenemos experiencias de apertura de importaciones como en tiempos de José Alfredo Martínez de Hoz -durante la dictadura-, de Domingo Cavallo -90’s- y la más reciente de Mauricio Macri. En los tres casos anteriores, el resultado fue un pymescidio infernal”, lanzó el especialista en comercio exterior.
En estos contextos de aperturas de importaciones la industria nacional se ve altamente perjudicada debido a la recesión que genera el proceso. Ponce lo catalogó como un circuito “no virtuoso”: la empresa no puede obtener una mayor rentabilidad porque el mercado comienza a contraerse y, a su vez, hay menor poder de consumo, caída de ventas y de la actividad productiva, que se traduce en mayor desocupación y aumento de la pobreza.
Desde la Unión Industrial Argentina (UIA) se quejaron de la medida en un comunicado, y reclamaron por “un trato desigual para la industria”, ya que no tienen acceso a los dólares en 30 días ni una reducción de impuestos.
“Mientras los productores nacionales deben pagar en cuatro cuotas mensuales y con IMPUESTO PAIS los insumos necesarios para la fabricación, los importadores de bienes terminados estarán exentos de impuestos y tendrán acceso total a las divisas necesarias en un solo pago a 30 días”, apuntaron desde la Unión Industrial.
En contraposición a la UIA, para el economista jefe de Fundación Libertad y Progreso, Eugenio Marí, la apertura de las importaciones “implica una mayor competencia que beneficiará a los consumidores con más variedad y menores precios”.
Aunque advirtió que la exención de los insumos productivos que utilizan las empresas argentinas productoras de bienes, podrían morigerar su “impacto positivo”. También resaltó que la “transitoriedad” de la medida podría ser aprovechada por importadores que ya están consolidados, pero “es poco probable que impulse el ingreso de otros nuevos”.
“Además hay que tener en cuenta que siguen vigentes otros tributos que encarecen en gran medida los productos importados. Hay bienes de la canasta básica del siglo XXI que tienen hasta 35% de arancel, impuesto PAIS del 17,5% y tasa estadística del 3%”, agregó el economista de Fundación Libertad y Progreso.
La apertura de importaciones busca morigerar la inflación, ahora bien, como planteó Ponce la medida va en línea con la competencia de precios, pero esto no garantiza que haya un freno real a la suba de precios. Además, el beneficio va hacia las empresas importadoras de productos terminados en lugar de otorgarle beneficios a las empresas argentinas, ya sea para producir o al mismo consumidor final para la compra del producto de la canasta básica, como ocurrió el año pasado.
Recientemente, el IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) elaboró un informe sobre la canasta de 9 productos de consumo masivo, donde indicó que los impuestos nacionales, provinciales y tasas municipales representan el 43,9% del precio final: la canasta al día de hoy tiene un valor de $50.064, de los cuales la carga tributaria es de $21.993.