En la era actual, caracterizada por desafíos y oportunidades incesantes- primero la pandemia y ahora los conflictos geopolíticos bélicos y comerciales- generó la necesidad de reconsiderar los modelos de interrelaciones entre industrias y obligó a adoptar un nuevo paradigma de creación de valor. La crisis medioambiental, las demandas motivadas por tendencias a nivel mundial, la mejora en la eficiencia productiva y los valores sociales, están reestructurando las prioridades a nivel individual. Este nuevo escenario está ocasionando perturbaciones tangibles en diversas actividades como la energía, la alimentación, las cadenas de suministro y la movilidad, entre otros.
Argentina ostenta la posición de ser la tercera plataforma industrial más grande de América Latina, después de Brasil y México. Esto representa un activo que debe ser cuidado, considerando las transformaciones necesarias para forjar una industria más competitiva e interconectada en el ámbito internacional.
A nivel global, se sitúa en el puesto 26, lo cual denota un grado intermedio de desarrollo industrial. A unque la ubicación manufacturera de Argentina puede parecer de poca magnitud en comparación, es relevante destacar que, entre los 217 paises existentes, los primeros 10 explican que el 71% de la producción industrial mundial, mientras que los primeros 30 representan el 90%.
En otras palabras, la producción industrial mundial está acotada a unos pocos países y Argentina forma parte de ese mapa.
Lo que diferencia a Argentina en su posicionamiento internacional es su matriz de producción diversificada, federal y heterogénea, enfocada en la adaptación a los cambios que los diversos ecosistemas requieren, a pesar de las fluctuaciones económicas y políticas en el país. La contribución de la industria al Producto Interno Bruto (PIB), que es del 20%, se encuentra en línea con los resultados de otros países de la región, que oscilan entre el 15% y el 24%. Un punto destacado es el sector de alimentos y bebidas, que constituye un tercio de la contribución de la industria y un 7% del PIB. Esto subraya el papel crucial que nuestro país desempeña en términos de seguridad alimentaria.
Por otro lado, know how de una industria diversificada y heterogénea colabora e impulsa el desarrollo de ecosistemas dinámicos que encuentran puertas adentro, cadenas de abastecimiento con alta capacidad de innovación y adaptabilidad a estándares internacionales y exigencias globales.
Aun con obstáculos culturales, económicos y de infraestructura, la industria argentina apuesta a la innovación, la transformación digital y la sustentabilidad. Si bien hoy la atención está puesta en la coyuntura, se impone una agenda de largo plazo donde los desafíos planteados viran hacia el aumento de la eficiencia productiva utilizando conectividad, electrificación y automatización de procesos, hacia una industria 5.0 con mayor trazabilidad y reskiling de perfiles y nuevas habilidades y mayor penetración de energías renovables en línea con las propuestas de la ONU que propone invertir en una era industrial verde y sostenible.
En conclusión, la industria argentina ha logrado avanzar en innovación, tecnología y sustentabilidad a pesar de los desafíos económicos y políticos. La resiliencia demostrada por las empresas y la visión de una industria federal e integrada globalmente marca un camino prometedor hacia el futuro. Los ecosistemas dinámicos con innovación seguirán siendo impulsores clave en esta evolución catalizando la transformación de la industria y consolidando a nuestro país como un jugador influyente en la escena internacional.