Por Ricardo Azócar
Con fuertes vientos de cambio, con las estructuras totalmente golpeadas por un país zigzagueante y con los ánimos a punto de estallar, los industriales sanjuaninos se aprestan a “Celebrar” si así se le puede llamar, un nuevo Día de la Industria Sanjuanina.
Es que esos industriales de nuestra querida provincia están hechos de una madera especial: “quebracho y algarrobo”, decía Carlos Menem alguna vez y hace años, y ya vieron pasar todos los vientos, las tempestades, los rodrigazos, el 2001, el cepo, los cierres de importaciones y todos los avatares que presenciamos y sufrimos los argentinos desde muchos años para atrás, y con todo eso, muchos salvaron sus empresas y hoy están, casi como estoicos soldados de una cruel batalla, al frente de sus industrias, con el pelo blanco y la mirada triste, pero rodeados por sus hijos y nietos, que son la esperanza del futuro para ellos.
Decían hace años que Un país sin industria, es colonia, y hoy todavía creemos que somos capaces de hacer un País en serio. Creemos que los que todavía estamos podemos hacerlo y todos los días nos levantamos con la esperanza de que los hombres que gobiernan Argentina hayan sido “Iluminados” y logren acertar con medidas económicas y sociales que nos permitan trabajar por nuestras industrias en paz, con tranquilidad y con todos los elementos que Dios nos ha dado para permitirnos lograr lo que hace muchos años venimos buscando: Una Industria Argentina que nos haga Un Gran País.!!!
Hemos visto pasar los hombres al frente de las fábricas, las industrias, las empresas, los gobernantes, los dirigentes gremiales y sociales, las cámaras del sector y en todos vimos siempre esa luz que ilusionaba con un futuro mejor, con una Argentina en Paz y Trabajo, con solidaridad social y eficiencia empresarial, y les damos desde estas páginas un abrazo por su esfuerzo, por su tesón, por su empeño y su voluntad de querer siempre ir al frente sin importar las dificultades.
Tiempos vendrán y esperamos verlos, donde podamos aplaudir el humo de las chimeneas zigzagueando hacia lo alto y el vibrar de los tornos escarbando en el metal para construir la pieza precisa que ponga en marcha los grandes molinos que procesarán el cobre de nuestras montañas y lleven nuestros productos a puerto para que lleguen a todo el mundo y aquí, en San Juan, nuestras familias, nuestros hijos, nuestros nietos, puedan tener un futuro mejor . Y ahí, en ese momento, levantaremos las copas y brindaremos todos juntos y nos daremos un abrazo fraterno con la satisfacción del deber cumplido: HABER MANTENIDO VIVAS NUESTRAS EMPRESAS A PESAR DE TODO!!!