
2025 está a punto de cerrar… y antes de que se vaya, quiero mirarlo a los ojos.
Fuiste un año duro, intenso, incómodo.
Me pusiste a prueba cuando más confiado estaba, me enseñaste a esperar cuando quería correr y me obligaste a respirar hondo cuando la paciencia parecía agotarse.
En tus primeros meses me sacudiste sin piedad…
y cuando creí haberlo visto todo, en tu tramo final me llevaste al límite para después recordarme por qué nunca hay que rendirse.
Me caí, me levanté, dudé… pero seguí.
Porque entendí que los años no vienen a complacernos, vienen a formarnos.
Y tú, 2025, fuiste un maestro exigente, de esos que no regalan nada, pero que dejan aprendizajes que duran toda la vida.
Por eso hoy no te reclamo nada: te agradezco todo.
Miro al 2026 con esperanza y con hambre de vida.
Deseo que nos encuentre más valientes, más conscientes, más fieles a nosotros mismos.
Porque quienes aceptan su pasado, quienes luchan incluso cuando el camino pesa, quienes no se rinden ante la adversidad, también merecen celebrar, amar y disfrutar de los momentos luminosos que la vida regala.
Te deseo un año lleno de bendiciones, de abrazos sinceros y de sueños que sigan empujándote hacia adelante.
Y si llegan días grises —porque a veces llegan— avísame…
seguro llevo dentro algún antídoto hecho de fe, experiencia y coraje para ayudarte a resistir, levantarte y volver a sonreír.
✨ Feliz Año Nuevo. Que nunca nos falte la fuerza para seguir. ✨
















