

San Juan se prepara para dar un paso histórico en la transición hacia un modelo energético más sustentable con la instalación de su primera planta de biogás. El emprendimiento, ubicado en el distrito Médano de Oro, departamento Rawson, demandará una inversión de aproximadamente 8 millones de dólares por parte de la firma cordobesa Biogeneradora Centro SA, especializada en energías renovables a partir de residuos orgánicos. La obra se encuentra en plena ejecución y se estima que dentro de 12 meses estará lista para iniciar su operación.
La planta contará con una capacidad instalada de 2,8 MW, lo que permitirá abastecer a unas 1.200 viviendas al año. El proyecto se enmarca en la convocatoria nacional e internacional lanzada por CAMMESA, que promueve la incorporación de generación renovable en puntos estratégicos de la red eléctrica argentina.
Aprovechamiento de pasivos ambientales
El ingeniero agrónomo Alejandro Fernández, responsable de coordinar el suministro de insumos para la planta en San Juan, destacó la relevancia ambiental y productiva del proyecto. “Será el primer proyecto que va a generar biogás y, bueno, de esa forma va a lograr después generar energía para hacer dos megas aproximadamente, lo que está proyectado. Y aparte del tipo de energía y que va a ser el primero, todo lo que genera alrededor me parece que es lo más importante también”, explicó.
En su desarrollo, la planta utilizará inicialmente picado de maíz y estiércol, siguiendo un modelo de tecnología alemana que ya funciona en otros puntos del pais. Sin embargo, la experiencia en Río Cuarto, donde Biogeneradora Centro opera una planta desde hace seis años, demuestra que es posible migrar a un esquema más sustentable, incorporando residuos agroindustriales como fuente principal.
“Hoy, por ejemplo, en la planta de Río Cuarto ya se bajó del 80% casi al 20% de picado de maíz. El resto son residuos pasivos de la agroindustria, llámenle de la industria láctea, de la faena, de fábricas de galletitas, de todo lo que tenga que ver con orgánicos que sirve de alimento para las bacterias, funciona para generar biogás”, señaló Fernández.
El caso del alperujo y la economía circular
El ingeniero puso especial énfasis en la posibilidad de transformar residuos complejos en soluciones productivas. “Por ejemplo, el alperujo que se obtiene de la producción de aceite de oliva, aparentemente podría ser un buen sustrato para producir biogás. Hoy, la industria del aceite de oliva no lo puede reutilizar directamente como abono si no pasa antes por un compostaje, lo que implica una logística costosa. Si nosotros retiramos ese alperujo y le resolvemos ese pasivo, me parece que ahí es donde está el gran valor del proyecto”.
El proceso de biodigestión permitirá obtener biogás para generación eléctrica y, como subproducto, un biofertilizante que podría convertirse en una herramienta clave para la sostenibilidad agrícola. “Nosotros estamos en proceso de desarrollo de ese biofertilizante, que habrá que estabilizarlo y que hasta se puede llegar a enriquecer con nutrientes o microorganismos. Esto asegura una producción agrícola más sostenible, porque uno de los grandes desafíos en la producción es mantener los suelos productivos”, agregó.
Innovación energética y beneficios colaterales
Uno de los aspectos destacados de esta tecnología es su producción constante. A diferencia de la solar, que depende de la radiación, el biogás permite generar energía de manera continua, durante las 24 horas del día y todo el año, contribuyendo a estabilizar la red eléctrica.
“Después lo otro interesante que tiene, a diferencia de la energía que nosotros más vemos, que es la solar, es que esto produce las 24 horas todo el año. Esto estabiliza bastante la línea y la parte energética. Creo que esto es para diversificar, me parece bastante interesante”, sostuvo Fernández.
Además de la electricidad, el calor residual de los motores puede ser aprovechado en procesos industriales, como ya ocurre en Río Cuarto, donde la empresa incorporó una planta de congelados que funciona con energía renovable y que se ha convertido en un modelo de eficiencia energética y economía circular.
Desafíos productivos y territoriales
El proyecto sanjuanino contempla la utilización de unas 100 hectáreas para producción de maíz, además de ensayos con alfalfa y subproductos de la agroindustria como tomate, zapallo, brócoli o residuos de faena. El predio, de 150 hectáreas, del ex diferimiento de Becher, en Calle 14, requerirá un trabajo agronómico importante debido a las limitaciones de los suelos.
“Esa propiedad son 150 hectáreas. Sí, si no son las mejores tierras, hay que hacer un trabajo ahí agronómico importante, porque son suelos que están abandonados, que tienen una importante cantidad de conductividad. Entonces hay que lavarlos, hay que trabajarlos, y de a poco ir poniéndolos productivos”, explicó el ingeniero.
Hacia una matriz más sustentable
La instalación de esta planta de biogás en San Juan se alinea con los objetivos del programa nacional REN-DMI, que busca ampliar la participación de las energías limpias en la matriz energética del país. Su impacto no solo será ambiental, sino también social y económico, al ofrecer soluciones a los pasivos de diversas industrias, generar nuevos encadenamientos productivos y aportar estabilidad al sistema eléctrico local.
En palabras de Fernández: “Solo el hecho de producir biogás ya es, un proyecto innovador porque va a ser el primero, pero después todos los beneficios que lleva alrededor son igual o más importantes. Creo que estamos muy bien encaminados”.
Fuente: San Juan Produce