

El Gobierno cree que renacerá después de triunfar en las elecciones de octubre. Y que a partir del 10 de diciembre ya con la incorporación de los nuevos legisladores que obtendrá, podrá finalmente aprobar las reformas que se comprometió con el FMI, y así el mercado calmará sus turbulencias renovándole su fe al ver sus avances y también que la ciudadanía lo sigue acompañando con su apoyo.
Parte de ese discurso hacia afuera –como el ya menos escuchado que “arrasarán” en las elecciones– se puede comprender como eslógan de la campaña para cosechar adhesiones de los muchos que se suman, atraídos por subirse al carro del campeón. Pero parte también podría ser hacia adentro para convencerse, darse ánimo, alinear la propia tropa y que Javier Milei no entre en depresión y mantenga su manía.
El optimismo sobre el 10 de diciembre ya en un nuevo Congreso con el que se aprobarían las leyes para instrumentar las reformas con las que se imagina un despegue de la economía, no parece tener demasiada lógica. El Presidente dejó de decir malas palabras –lo que no quiere decir que haya dejado de insultar y ofender–, pero su relación con el Congreso en lugar de mejorar, empeora. Sus propios legisladores se van del bloque de LLA, perdió en 19 meses uno de cada seis diputados que obtuvo en 2023, los gobernadores que hace un año firmaron el Pacto de Mayo, hace pocas semanas, el total de ellos, los 24, firmaron un reclamo contra el Gobierno nacional, hay que ser muy empeñado para aglutinar a los gobernadores de todos los partidos en todas las regiones. Y aunque en octubre obtuviese más del 42% de los votos que precisaría para tener su tercio de diputados que blindase sus vetos y lo dejara a salvo de un juicio político, no hay forma que junte las voluntades para aprobar las reformas que se comprometió a hacer con el Fondo Monetario.
Mientras el Presidente vende la idea de que las elecciones de octubre son para elegir los legisladores con los que el Congreso, en sintonía con las políticas del Gobierno, pasará a ser un activo aprobador de leyes, lo cierto es que busca lo contrario: elegir la suficiente cantidad de legisladores para que el Congreso no pueda promulgar ninguna ley, porque todas ellas después de ser vetadas por el Ejecutivo contarían con los diputados necesarios para mantener ese veto.
Supongamos que logre ese 42% y un tercio de los diputados propios: el único proyecto político que podría derivar de esa situación es la prolongación de la situación actual sumado al empeoramiento por el desgaste que el tiempo produce en cualquier esperanza que no se realiza.
Queda una hipótesis más inquietante para el Gobierno: que en estos dos largos meses que faltan hasta el 26 de octubre la desconfianza del mercado no se cauterice con el aumento de tasas de interés y vuelva a haber presiones sobre el precio del dólar, que por efecto de las altas tasas se profundice la emergente recesión con ya dos meses de caídas de ventas minoristas sobre el mes anterior, y ahora directamente con la caída del Producto Bruto del total de la economía el último mes, a pesar del aumento de los sectores productores de materias primas exportables que venían con sus subas equilibrando en exceso las caídas de los sectores internos. Y que ese contexto profundice el malestar de los votantes que ven su situación personal sin mejoras, y en no pocos casos para peor, haciendo masa con las denuncias de corrupción como la de las coimas en la Dirección de Discapacidad, empeorando las expectativas electorales y que ni siquiera logre contar con 87 diputados que lo blinden, produciendo una situación de fragilidad y pérdida de gobernabilidad en un presidente cuyo carácter no le permite un giro consensualista.
El mejor ejemplo son sus peleas con todos al mismo tiempo: gobernadores, legisladores de la oposición, legisladores propios, su vicepresidenta, los medios y el periodismo independiente. Vale mencionar ahora que hasta los comunicadores oficialistas que trabajaban en los principales medios comenzaron a darse vuelta. Le falta solo pelearse con los empresarios y si bien el capital por naturaleza siempre es medroso, no se trata de una hipótesis imposible porque lo aplauden en público, pero lo critican en privado.
La pelea que sí le dio réditos electorales es contra el significante kirchnerismo que estira a veces, hasta ocupar prácticamente todo el arco político opositor. La única oferta electoral concreta que tiene La Libertad Avanza es colocarle “el último clavo al cajón del kirchnerismo”, cuando en realidad, busca el “último clavo al cajón del PRO”, a quien aspira deglutir para volver a ser el significante absoluto del antiperonismo. Poco creativo porque es lo que hizo Macri, pero pasaron 10 años desde 2015 y el kirchnerismo es una foto envejecida de aquello que era, aunque aún sirva para asustar como un cuco a desprevenidos.
Se le asignó a Perón decir que su mayor creación política fue el antiperonismo, que mantiene vivo por oposición a su movimiento. Aquellos que deseen superar la centralidad del peronismo, deberían dejar de odiarlo por aquello de la “fuente del opuesto es el opuesto” (también porque como decía Freud: “lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia”), y en la medida que descienda el antiperonismo podrá crecer una tercera fuerza unificada que resulta fundamental para estabilizar el sistema político argentino ayudando a quien gobierne, de un sector u otro, a que se aprueban las leyes en el Congreso con la suma del oficialismo y parte de la oposición.
Otro síntoma del fin de la “estacionalidad positiva” del humor social es que hace dos semanas que el vocero Manuel Adorni no realiza sus conferencias de prensa y se canceló la que se había anunciado para esta semana.
Quizás la sociedad esté virando sus preferencias del estilo “punk” de 2023 a otro donde se privilegie otro método manteniendo el orden económico, pero sumando el orden político que hoy falta.