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Elio Ontiveros siempre consideró la escritura como una asignatura pendiente, un sueño aplazado durante muchos años debido a la duda sobre a quién podría interesarle su historia. Sin embargo, un día decidió compartir sus vivencias, convencido de que algo de su experiencia podría ser útil para alguien más. Es así que presentó su obra en el Concurso San Juan Escribe y resultó ganador del segundo premio en la categoría Juvenil. Como él mismo dice, ya había tenido hijos, plantado un árbol y le faltaba una última tarea: escribir un libro. En sus planes está la meta de continuar escribiendo, relatando sus experiencias de vida.
En el inicio de la entrevista, Elio Néstor Ontiveros, comentó con humildad: “Dicen que soy escritor, he participado en un concurso por primera vez en mi vida, al igual que es la primera vez que escribo, recién a los cincuenta y pico de años”. Para él, la literatura es un mundo completamente nuevo. A lo largo de su vida, siempre fue un lector apasionado por las historias sencillas y comunes, y eso fue lo que volcó en su primer libro. “Lo que he pretendido escribir es eso, historias simples, comunes, como las que uno puede encontrar en cualquier parte”, señala.
La participación de Elio en el concurso fue, para él, pura casualidad. Después de terminar de escribir su obra, no sabía cómo continuar. “Pensaba que alguien tenía que leerlo, esa era mi primera meta”, relata. Al enterarse del concurso, vio la oportunidad perfecta para que su trabajo llegara a manos de otros. “Me inscribí, y un día apareció un mensaje diciendo que había sido preseleccionado. Ahí ya me sentí ganador, no porque pensara que era ‘bueno’, sino porque alguien había leído mi historia y le había interesado”.
En la ocasión, destacó que en el Fondo Editorial de la Legislatura encontró gente muy amable, muy amena y señaló “cuando pregunté para participar no sabía en qué categoría podía inscribir mi obra, porque lo mío es la narración de historia propia. Entonces la gente del Fondo Editorial me dijo en Literatura Juvenil”.
Elio describió su obra como simple, “porque es una historia de personas comunes que a lo largo de la vida van acumulando anécdotas y recuerdos”. Su relato abarca sus primeros años de vida en Albardón, desde sus recuerdos más tempranos hasta antes de comenzar su adolescencia. “Lo que escribí son recuerdos, experiencias, cosas lindas. Evité contar lo feo de la vida. Me preguntaba, ¿a quién le puede interesar mi historia tan simple? Así terminó siendo un libro seleccionado en el concurso, yo le llamo una historia, una conversación escrita”.
Por otro lado, señaló que “la obra la empecé a escribir dos años atrás”. En su prólogo, se disculpa con los escritores por el atrevimiento de lanzarse a la literatura. En su próxima parte, planea narrar su adolescencia hasta llegar a su juventud.
En cuanto a su inspiración, Elio revela que su padre fue un gran impulsor de su amor por la escritura. A pesar de tener poca instrucción, su padre tenía una gran imaginación y solía escribir poemas e historias en cualquier pedazo de papel que encontraba. “Nosotros no lo valorábamos en su momento, pero cuando él falleció, encontré en un baúl miles de papeles con sus escritos”, recuerda con nostalgia. Él siente que esa herencia es la que le dio el deseo de contar sus propias historias.
A pesar de comenzar tarde, Elio está decidido a seguir escribiendo, aunque no se considera un novelista. Y aunque su comienzo en el mundo literario fue tardío, no puede evitar sonreír al recordar los tiempos en los que, cuando era niño, no existían los jardines de infantes. “A mis hijas siempre les causa gracia, tan viejo soy que no existían los jardines de infantes”, bromea.
Elio Ontiveros es un ejemplo de que nunca es tarde para comenzar a escribir y compartir lo que uno tiene para decir. Su obra refleja la riqueza de las experiencias cotidianas y la importancia de dejar huella, por pequeña que sea, en el mundo literario.