En la gélida medianoche de Tucumán, el presidente Javier Milei firmó con 18 gobernadores de distintos signos políticos el Pacto de Mayo. Allí expresó que un encuentro de ese tipo es una demostración de “un cambio de época”, pero reconoció que la Argentina se enfrenta a “problemas de magnitudes bíblicas” que requerirán acuerdos y profundas reformas que promuevan el respeto por la propiedad privada, cambios profundos en materia educativa, impositiva y de la coparticipación federal, entre otros.
Con una escenificación que cuidó al extremo la centralidad absoluta del Presidente, el Gobierno consiguió alinear a más de dos tercios de los mandatarios provinciales que expresan la mayoría del Congreso. Al mismo tiempo, pudo aislar a la oposición dura, representada por el kirchnerismo y la izquierda: ”Hay muchos dirigentes políticos, sociales y sindicales que no están aquí para suscribir esta acta fundamental; en algunos casos porque sus anteojeras ideológicas los hacen desconocer la raíz del fracaso argentino, en otros casos por miedo o vergüenza de haber persistido en el error por tanto tiempo. No es causalidad que entre estos últimos se encuentren quienes intentan boicotear a este gobierno y conspiran para que fracase”.
Frente a la Casa Histórica del centro de San Miguel de Tucumán, algo más de dos centenares de mandatarios, funcionarios del Gabinete, los ex presidentes Mauricio Macri y Adolfo Rodríguez Saá y diputados y senadores de distintos partidos políticos se congregaron para la firma del acuerdo, la foto de familia que se inspiró en los cuadros conmemorativos de la Declaración de la Independencia, y para escuchar el discurso del presidente que se extendió por unos 38 minutos, a la intemperie y con una sensación térmica cercana a 0°.
El Acta de Mayo, que el gobierno presentó como “10 conceptos inclaudicables”, incluyó la inviolabilidad de la propiedad privada, el equilibrio fiscal, la reducción del gasto público, educación con alfabetización plena y sin abandono escolar, reforma tributaria, discusión de la coparticipación federal, explotación de los recursos naturales del país, reforma laboral y previsional y apertura al comercio internacional. Milei agradeció el “acto de grandeza y amor a la patria” de los que firmaron el Pacto y aseguró que el encuentro “es sin duda el símbolo de un cambio de época”. Aunque fustigó con dureza a los que decidieron no participar, aclaró que “no rechazaremos a nadie que quiera aportar a la construcción del cambio”, sin importar de qué partido provengan.
En ese sentido, planteó que “de acá en adelante se terminó el chamanismo económico” y anticipó que van “hacer lo que ha funcionado de forma probada en todo el mundo y abandonar las recetas que fracasaron”. “Si cumplimos este compromiso, eso no quiere decir que nunca vamos a tener contratiempos económicos. Eso nadie es capaz de predecirlo ni de prometerlo. Los países que funcionan bien también tienen problemas. Pero lo que sí les prometo es que vamos a vivir en un país sin inflación por el resto de nuestros días”, manifestó Milei.
Y puso especial dedicación en explicar este fenómeno: “Los menores 25 años ni siquiera recuerdan probablemente lo que es vivir sin inflación. Vivir atosigados por la inflación es vivir en la cárcel del eterno presente, donde se vuelve imposible mirar para adelante, calcular nuestros gastos y planificar nuestro futuro. Anula la posibilidad tanto de un proyecto personal, como de un proyecto de familia o un proyecto económico. Por eso, recuperar el equilibrio fiscal y convertirlo en un mandamiento que sobreviva a este gobierno y perdure por muchos más es para nosotros una cuestión en la que se juega la misma dignidad humana”.