Escribe: Dr. Miguel Martin Martin
En noviembre de 1980 fue promovido como Arzobispo de San Juan de Cuyo y su desempeño dejó una huella imborrable en el pueblo sanjuanino.
Solidario, buen pastor, paciente y comprensivo. Así lo define el pueblo católico a quien fue arzobispo de San Juan, Ítalo Severino Di Stéfano, y que en noviembre de 1980 recibió la notificación del Papa Juan Pablo II para asumir ese rol en la provincia que lo tuvo casi 20 años como máximo prelado de la Arquidiócesis sanjuanina.
Antes de llegar a San Juan y reemplazar al arzobispo fallecido Ildefonso María Sansierra, estuvo 23 años en Chaco como obispo donde fue testigo de la “pobreza cruda” y de la “injusticia social”, tal como remarcaba en aquella época al hablar de la situación del país.
Monseñor antes de su arribo a San Juan.
Di Stéfano fue el cuarto Arzobispo de la provincia y el noveno diocesano que asumió sus labores el 22 de marzo de 1981. Pero en noviembre del ’80, San Juan se revolucionó con el anuncio de la llegada del flamante prelado. Las expectativas de los feligreses por Di Stéfano fueron ilimitadas y en su trabajo cristiano en San Juan dejó una huella que hasta la actualidad perdura.
“La designación de Monseñor Di Stéfano para la decana silla episcopal de San Juan de Cuyo fue una noticia que llegó fríamente por cable”, recordaba en sus escritos Luis Eduardo Meglioli. En aquel momento, sólo se sabía que era obispo de Sáez Peña, que nació el 17 de enero de 1923 en Santa Fe y que en 1946 recibió las ordenes sacerdotales. En una nota publicada por DIARIO DE CUYO, destacaban la atinada elección que tuvo el Papa para el pueblo y se reflejó en una frase de Monseñor López Soler: “El Espíritu Santo nunca se equivoca porque supo elegir el Pastor que San Juan necesitaba”.
Pisó suelo sanjuanino cuando la dictadura aún sucumbía el ambiente. Pero Di Stéfano marcó el camino de la fe como pocos pueden lograrlo y generó una gran devoción. Las páginas del diario se llenaron de saludos de bienvenida cuando en 1981, se sentó en su silla arzobispa. La llegada no pasó desapercibida y fue histórica por la convocatoria de cristianos que le hicieron sentir la calidez del pueblo de San Juan. Arribó a Valle Fértil, posteriormente viajó a Caucete donde rezó por las víctimas del terremoto del ’77 y en la Municipalidad de la Capital fue recibido por el intendente Rodríguez Castro y el gobernador brigadier Ángel Manuel Zamboni, quienes le entregaron la llave de la ciudad. A partir de ahí, emprendió una procesión hasta la Catedral donde asumió como Arzobispo.
El nuevo Pastor recibió un jubiloso recibimiento y en sus casi 20 años dedicados a la fe católica, cosechó gran afecto del pueblo sanjuanino. En una carta de despedida lo definieron como “el obispo que fue la víctima de todos los días, el labio de la verdad, el hombre de la fe, el santificador de las almas, el deositariodel óleo sagrado”.
Acompañando al presidente Raúl Alfonsín.
No sólo estuvo durante la dictadura sino que debió acompañar al pueblo en el retorno a la democracia y destacaron su participación “marcando ese Norte” del cual él venía, realizando una connotación con su desempeño en Chaco. La grey de San Juan lo pondera como “el amigo de los desposeídos”, como el gran responsable de la construcción del Seminario en Pocito y quien se distinguió por su rol de mediador en épocas de gruesos conflictos económicos y sociales.
El reconocimiento a su alma que luchaba por los que menos tenían y esa voluntad de introducirse en lo más profundo de la comunidad fue cuando en 2006 cuando el escultor Hugo Vinzio Rosselot realizó una estatua del arzobispo en la plaza que lleva su nombre, ubicada detrás de la Terminal de Ómnibus. En el 2007 en la Le
Homenaje a Monseñor Di Stéfano en 1989.
Luego varios años, selló su amor y dedicación a San Juan dejando el arzobispado el 29 de marzo de 2000 para regresar a su tierra natal de Llami Campbell, Santa Fe. En octubre de 2002, Ítalo Severino Di Stéfano dejó el mundo terrenal y la tristeza del pueblo sanjuanino se manifestó en cada rincón. “San Juan, en silencio, sólo tiene palabras de agradecimiento porque no habría espacio suficiente para contar con justicia su obra espiritual y material que dejó”, fue la expresión más acertada sobre su persona cuando partió.
Los restos de Monseñor Di Stéfano descansan en Chaco y no pudieron ser despedidos en San Juan, ya que apenas renunció a su cargo regresó a Santa Fe, donde falleció a los 79 años. En la provincia dejó un legado imborrable y que los feligreses recuerdan con fervor.
Detalles de su obra en San Juan
- Dirigió 18 años la Pastoral Social
- Duplicó el número de sacerdotes y triplicó el de seminaristas.
- En su gestión, las parroquias pasaron de 20 a 44
- Inauguró el Seminario que reemplazó al que se cayó en 1944.
- Durante su gestión, se construyó el Arzobispado, en calle Mitre.
- En 1995, presidió la Comisión Episcopal Argentina e integró el Consejo Económico.
- En 1996, fue mediador entre la CGT y el gobierno nacional para reestablecer el diálogo que se había roto a raíz de los desacuerdos laborales.
- En el 2000, fue crítico con la política del FMI pidienddo que echaran a sus representantes.