Todos los años las comunidades originarias junto con el Programa Universitario de Asuntos Indígenas celebran a la Madre Tierra dándole de comer.
Dos referentes de pueblos originarios de San Juan, Liliana Illay, de la Comunidad Arroyo Guaquinchay, y Vanesa Guaquinchay, de la Comunidad Huarpe Guaquinchay, junto con el Programa Universitario de Asuntos Indígenas, celebraron a la Madre Tierra este martes 22 de agosto.
El ritual comenzó con la realización de un pozo en la tierra para poder “corpachar”, dar de comer, a la Pachamama. Según la cosmovisión de los pueblos andinos, la Corpachada es el momento donde se refuerza los vínculos de reciprocidad con la Madre Tierra, y se realiza durante todo el mes de agosto por ser el tiempo donde la tierra descansa y se prepara para la siembra. Es así que cada participante trajo alimentos y los acomodaron sobre los aguayos andinos en cuencos de cerámica.
La celebración fue muy concurrida y se realizó, como todos los años desde el 2005, junto al árbol sagrado del pueblo Huarpe en los jardines de la Ex Estación San Martín. Allí acompañaron miembros del Programa Universitario de Asuntos Indígenas (PUAI), autoridades de la Universidad Nacional de San Juan, funcionarios de la Municipalidad de la Capital, estudiantes de las cátedras de Antropología Cultural del Profesorado y Licenciatura de Historia y Geografía y público en general que se acercó a presenciar el agradecimiento.
Liliana y Vanesa llamaron a cuatro personas para ser guardianes de los puntos cardinales y los elementos. Vanesa ubicó a cada una en forma de cruz cardinal, mientras les hablaba y explicaba su función. Les asignó a cada una un elemento: fuego, aire, tierra y agua. Luego, por turnos, las tomó de la mano y así dieron tres vueltas alrededor del pozo donde la Madre Tierra sería alimentada en breve.
El momento central dio comienzo cuando la guía invitó a las personas a tomar alguna ofrenda y colocarla en el pozo, no sin antes agradecer y pedir en este mes de su descanso. Es así que, de a poco, cada una fue ofrendando, sacando de los cuencos legumbres, fideos, frutas, verduras, flores, pan, semitas, cigarros, agua y gaseosas para dar paso a la ofrenda.
Una vez finalizado el ofrecimiento, Vanesa invitó a las y los guardianes a tapar el pozo con tierra. Luego colocaron piedras arriba, para dejar en evidencia que, en medio de la ciudad, un grupo de personas agradecieron a la Pachamama por todo lo recibido.
Fuente: Prensa SECCOM-UNSJ