

De fondo, “Corazón mentiroso”, de “La princesita” Karina, empezó a sonar bajo pero nítidamente desde un teléfono.
“Se acabó, tu mentira se acabó, se acabó y te digo basta, basta, basta… Mentiroso, corazón mentiroso”, se escuchó durante casi medio minuto desde el recinto.
Las respuestas de Marcos Peña a las acaloradas preguntas y apreciaciones de la bancada del Frente Para la Victoria empezaban a confundirse con los gritos de algunos de los legisladores.
“¡Cínico! ¡Mentiroso!”, le gritaban. “¡Cínicos son ustedes, no les creo! No me hablen de indignación! Creo que no nos vamos a ir en diciembre, los argentinos no van a volver atrás”, retrucó el jefe de ministros.
Gabriela Cerruti, que sigue al PRO desde sus épocas de legisladora porteña, había sido una de las más duras. “¿Cómo podes vivir, Marcos, sabiendo qué hay pibes que se van a dormir sin cenar?”, le recriminó. “Cerruti, la conozco desde hace muchos años, no le creo su indignación impostada”, le contestó el funcionario, apenas unos segundos antes de que empezara a sonar la canción de “La Princesita”.
Después del cruce con la bancada del FPV, Peña aprovechó el cuarto intermedio para almorzar en la amplia oficina de Emilio Monzó con sus colaboradores, el titular de Diputados, el jefe del interbloque, Mario Negri, y un grupo de legisladores. El jefe de ministros estaba de buen humor: los cruces con el kirchnerismo lo divierten. “La oposición se sorprende por la vehemencia, ¿qué piensan, que vamos a venir con la cabeza gacha?”, explicaba un diputado que participó del almuerzo.
El funcionario más influyente -y cuestionado- del Gobierno esperaba una sesión caliente. Pero no contaba con que el discurso final, que esta vez corrió por cuenta de Massot y de no de Mario Negri, como de costumbre, estuviera dedicado a ensayar una autocrítica parlamentaria que fue tomada por el propio bloque oficial como un mensaje al Poder Ejecutivo.
Massot habló durante quince minutos de buscar consensos, del “gobierno de turno” y de replantear estrategias de cara al futuro. Dejó abierta la elección: resaltó que a partir de diciembre, Cambiemos puede volver a ser oficialismo o estar sentado “enfrente”. Peña lo miraba fijo. “Cansado”, según sus colaboradores.
Varios de los diputados de la coalición de gobierno consultados a la salida por este medio señalaron la incomodidad por las palabras de cierre, de parte de un legislador miembro de la llamada “ala política” del PRO que desde hace rato quedó fuera de la toma de decisiones.
La vuelta del ministro a Diputados -su última visita fue en octubre del año pasado, en momentos en que la crisis económica ya empezaba a sentirse con fuerza- para su exposición del informe de gestión coincide con la profundización de la crisis inflacionaria y el inicio de la campaña, y la estrategia oficial de confrontar con el kirchnerismo, en línea con las encuestas que maneja la Casa Rosada que ubican a Mauricio Macri “codo a codo” con Cristina Kirchner, como dijo el fin de semana el consultor Jaime Durán Barba.
El Gobierno se aferra como nunca a la polarización con la ex Presidenta, sin que todavía haya definido si será o no candidata.
El bloque K esperó a Peña con carteles con la consigna “#BastaDeMentir”, una recurrencia durante la sesión especial de este miércoles.
“Me ilusione con ese cartel, dije ‘autocrítica del kirchnerismo’, pero no”, resaltó, irónico el jefe de Gabinete entrada la tarde. Su exposición inicial, en la que repasó provincia por provincia supuestos logros de gestión, fue inusualmente larga: más de dos horas, un récord para el funcionario. El montaje de “un show”, según el Frente Para la Victoria.
Su último informe de hace dos semanas, en el Senado, ya había sido extenso. Una hora. La necesidad política lo obligó a duplicar la apuesta.
El jefe de Gabinete incluso volvió a pronosticar la reelección de Macri, igual que en el Senado, cuando en un tramo de la respuesta al senador José Mayans habló del “próximo mandato de Cambiemos”.